Notas y Comentarios

30 de Junio de 2011
LAS COMUNAS DE MACRI: SE PROFUNDIZAN LAS DIFERENCIAS.

Con bastante frecuencia el Gobierno de la Ciudad desinforma o brinda una información errónea a los ciudadanos de la Ciudad de Buenos Aires sobre el tema COMUNAS.

A pocos días de realizarse las elecciones en la ciudad, el Gobierno porteño publica un aviso informando que el 10 de julio se votan comunas y que además de Jefe, Vicejefe de Gobierno y Legisladores, se eligen, por primera vez, representantes comunales. Y define: “la Junta Comunal que resulte electa será la encargada de representarte en el barrio”.

Lo que omite de una manera burda y flagrante es la existencia de los Consejos Comunales, organismos de gobierno participativo, en los que los vecinos y organizaciones sociales participan activamente en la toma de decisiones que afectan a sus barrios, con las funciones que le establece la Ley Orgánica de Comunas N° 1.777, (Art. 29 inciso i y Art. 35) otorgándole un carácter claramente participativo en las decisiones y el control de la Junta Comunal.

Una omisión tal, pone de manifiesto el modelo de Comuna que Macri pretende. En el aviso publicitario el Jefe de Gobierno ignora la participación popular y propone la monopolización de la política por los “representantes” (la Junta Comunal) excluyendo al resto de los miembros de la comunidad de toda participación que no sea ir a votar el día de las elecciones. Pretende así perpetuar el modelo representativo - delegativo tradicional. Propone comunas dependientes, poco autónomas, en lugar de promover que las comunas sean una institución organizada como democracia participativa, de acuerdo al espíritu de la Ley 1.777 y de la Constitución de la Ciudad.

El proyecto oficialista de modificación a la Ley 1.777 [1] enviado a la Legislatura, es absolutamente coherente con esta concepción de las comunas, contraponiéndose claramente al espíritu descentralizador y participativo de la Constitución y a la ley Orgánica de Comunas.

Una transformación política institucional trascendental: Las Comunas.

Las COMUNAS posibilitan un ejercicio más participativo de la democracia. Representan un cambio cultural y político cuya centralidad es la democracia participativa. Constituyen una verdadera transformación del sistema político – de una democracia delegativa a una democracia participativa.

La DEMOCRACIA PARTICIPATIVA integra y subordina la representatividad a la participación ciudadana permanente a través de los Consejos Comunales.

El CONSEJO COMUNAL es el órgano que democratiza las decisiones políticas y establece un vínculo fluido entre el gobierno comunal y los vecinos. Estos participan activamente en la toma de decisiones que afectan a sus barrios. Son los genuinos actores de este proceso de transformación política que se instala a partir de las elecciones comunales. Quienes resulten electos e integren las Juntas Comunales, deben respetar el PODER COMUNAL, el legítimo derecho de los vecinos y organizaciones sociales, a decidir y controlar lo que se hace en los barrios.

De eso se trata, de SER PROTAGONISTAS. Ponerse de acuerdo respecto de las prioridades y las acciones públicas que necesitan y aspiran concretar en sus barrios. Elaborar participativamente el plan anual y presupuesto de la Comuna. En cumplimiento del plan establecido, controlar el accionar de la Junta Comunal.

Y contrario a lo expresado en la publicidad macrista, es la JUNTA COMUNAL la que debe ponerse al servicio de las necesidades barriales planteadas por los vecinos en pleno ejercicio del legítimo derecho a expresarse, a proponer, a participar y a realizar el control vecinal sobre los actos de gobierno.

Esta publicidad mentirosa que se difunde a través de los medios de comunicación, confunde aún más al desprevenido porteño, quien poco sabe de Comunas por la inacción deliberada del poder político que durante años hizo casi nada por informar sobre las COMUNAS y sobre los alcances de la única ley elaborada participativamente por los vecinos de la Ciudad de Buenos Aires: la Ley Orgánica de Comunas.


Alcira Fernández
MOVIMIENTO COMUNERO


[1] Ley 1.777 - Modificación propuesta por Macri:
La ley de Comunas se funda en el Título VI de la Constitución de la CABA y fue elaborada participativamente por los vecinos de la Ciudad de Buenos Aires en un trabajo conjunto y constructivo con los legisladores. De manera que pretender modificarla sin la participación activa y masiva de la ciudadanía porteña, es dar un paso atrás en la democracia participativa instituida en la Constitución de la Ciudad.
  • Reducir las competencias comunales a las que el Poder Ejecutiva quiera otorgarle en forma arbitraria.
  • Impedir que las Comunas cuenten con un presupuesto propio elaborado participativamente por sus vecinos para responder a las necesidades y aspiraciones de sus barrios.
  • Eliminar los Consejos Comunales participativos para convertirlos en un apéndice obsecuente, insustancial e inoperante de los Presidentes de las Juntas Comunales.
  • Anular de hecho las Juntas Comunales convirtiéndolas en un unicato autoritario.





 COMO DEFINIERON LOS PRINCIPALES PARTIDOS A SUS CANDIDATOS PORTEñOS

Las razones de los comuneros

El Frente para la Victoria eligió a postulantes ligados a “las tradiciones y la militancia” de cada zona, con énfasis en la juventud. El PRO privilegió, en cambio, a quienes ocuparon la dirigencia de los CGP desde 2007.
Con las elecciones porteñas del próximo domingo llega un nuevo actor a la política local: el comunero. Experiencia en gestión, legitimidad territorial y equilibrio entre los sectores que integran los frentes fueron algunos de los criterios que aplicaron los partidos para seleccionar a sus candidatos. La boleta para Jefe de Gobierno y legisladores suma este año el casillero de la Junta Comunal, que estará integrada por siete miembros y se encargará del mantenimiento de los espacios verdes y las vías secundarias, aunque no hay acuerdo entre los partidos acerca de qué implica eso.
“Se eligieron personas representativas de cada lugar, de sus tradiciones y militancia”, explicó el candidato Daniel Filmus la composición de las listas del Frente para la Victoria. “Algunos vienen de los movimientos sociales, otros de las cooperadoras de los colegios, otros de los locales partidarios”, agregó, y mencionó que el candidato a presidente de la junta comunal por la comuna 5, Raúl Sánchez, proviene de la militancia universitaria y actualmente coordina un centro cultural, ComunArte. La legisladora Gabriela Alegre, que integra la comisión de Descentralización, agregó que hubo también una decisión de priorizar “la juventud” para confeccionar las listas.
En una línea similar, el presidente de la comisión de Descentralización de la Legislatura porteña, Rafael Gentili, mencionó que el criterio de Proyecto Sur fue resultado de “la combinación de representación social y equilibrio entre los espacios”, y destacó que el primer candidato de la comuna 4, Miguel Vayo, proviene del movimiento social MTL, y que Luciano Umerez, quien encabeza la lista de la comuna 2, tiene 23 años.
En el PRO, en cambio, se apostó a quienes ocuparon la dirigencia de los CGP comunales desde 2007, con excepción de las comunas 1, 3, y 10.
Los presidentes de la junta comunal percibirán un salario equivalente al 70 por ciento del sueldo bruto de un legislador, es decir, 8200 pesos, mientras que los otros seis cobrarán 7100 pesos, o sea el 60 por ciento. Si bien hace un mes el jefe de Gobierno envió un proyecto a la legislatura para modificar la ley de comunas y quitarles la asignación a los seis que no presidan la junta, este proyecto aún no ha sido tratado y todo indica que pasará un tiempo hasta que sea discutido por los legisladores.
Más allá de la existencia de legitimidades barriales previas a la elección, vinculadas a la militancia o a la gestión, una encuesta reciente de la Defensoría del Pueblo indica que el 82 por ciento de los ciudadanos consultados desconoce qué son los comuneros o nunca escuchó hablar de las comunas. El desconocimiento fue, justamente, el motivo al que apelaron en mayo todos los bloques de la Legislatura porteña –salvo el radicalismo– para unificar las elecciones comunales con las generales.
Así acabaron con una discusión de diez años, que empezó con la asamblea constituyente porteña. La Constitución de la Ciudad, que es de 1996, establece que el distrito se divide en unidades de gestión política y administrativas con competencia territorial –las comunas– y que se debía haber llamado a elecciones comunales en un período no mayor a cinco años desde su sanción. Pero recién en 2005 se creó una Ley de Comunas, que fijó en 15 la cantidad de comunas y definió sus límites. En 2007 la Legislatura convocó a elecciones para agosto de 2008, pero como la justicia electoral no llegó a confeccionar los padrones, la votación no se realizó y un grupo de organizaciones vecinales presentó un amparo que finalmente llegó hasta el Tribunal Superior de Justicia porteño. Ahí fallaron a favor del reclamo vecinal y ordenaron fijar una fecha para que se votaran los comuneros. Fue a partir de esa orden que la Legislatura puso la fecha.
“El modelo de comuna y sus competencias va a depender del contenido político del gobierno porteño”, explicó Gentili, para aclarar las discusiones en torno de lo que pueden o no pueden hacer los comuneros. “Macri quiere armar CGP plus, nosotros queremos que las comunas tengan potestades similares a las de una intendencia”, agregó. En la misma sintonía, Alegre expuso que hay puntos de la Ley de Comunas que “tienen que ser reglamentados porque no están del todo claros”, aunque se atajó: “Pero la Ley dice que ante cualquier discusión hay que interpretar las lagunas jurídicas a favor de las comunas”.
Si bien las competencias exclusivas de las comunas son solo dos –el mantenimiento de vías secundarias y espacios verdes–, tanto la interpretación de esas competencias como la forma en la que se distribuirá el presupuesto son cuestiones que permanecen en disputa. “El PRO dice que las vías secundarias son solamente las calles de un solo carril. Su definición se contradice con el Código de Planeamiento, que solo habla de autopistas”, aseveró Gentili, y comentó que lo mismo se aplica a la idea de “mantenimiento”, que puede interpretarse como pavimentación o como trabajo de bacheo.
Una discusión similar ocurre con los espacios verdes, para las comunas en las que hay parques más extensos que funcionan como pulmón de toda la ciudad. En relación con esto último, Alegre piensa que “el parámetro no puede ser la cantidad de hectáreas del parque sino el uso. Hay parques que no son de uso barrial sino que va gente de toda la ciudad”.
Consultado acerca del rol que tendrían las comunas en su gobierno, Filmus ejemplificó su posición con su propuesta de trasladar la cárcel de Devoto, y dijo que “son los vecinos del barrio” quienes deberían definir el futuro de ese predio. Y aseguró: “Vamos a llevar a la mayor ampliación posible la potestad de las comunas”.
Informe: Sol Prieto.
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-171441-2011-07-04.html

La hora de los comuneros

Año 4. Edición número 163. Domingo 03 de julio de 2011
Dentro de 7 días se elegirán por primera vez autoridades comunales porteñas. Candidatos de todos los partidos debaten sobre el presente y el futuro de la descentralización.
La disputa por la Jefatura porteña, el enigma que rondó la definición de las candidaturas en todos los partidos, los dirigentes que coquetearon durante meses con competir a nivel nacional y luego se decidieron por la Ciudad: estos hechos, entre otros, dejaron detrás de un velo un dato trascendente, el nacimiento de las 15 comunas en las que se dividirá la Ciudad de Buenos Aires. Sucederá el próximo 10 de julio, cuando se elijan autoridades comunales por primera vez. ¿Qué rol tuvieron (y tienen) los comuneros en la campaña electoral? ¿Cómo imaginan el vínculo con los vecinos y el funcionamiento de las comunas? ¿Hasta qué punto los porteños tienen interés por las comunas? Con estas y otras preguntas, Miradas al Sur habló con candidatos a la Junta Comunal –a quienes todos se refieren como “comuneros”– de distintas fuerzas políticas.
En el territorio. Gabriela Castillo es candidata del FpV en la comuna 2: “Nosotros trabajamos en el territorio y conocemos los pequeños problemas de cada cuadra”. Subrayó que eso les permite “hacer una campaña focalizada hablando de problemas muy concretos”.
Otro dato singular, según Victoria Roldán Méndez, candidata del PRO en la 13, es la reacción de los vecinos cuando se enteran que están hablando con alguien del barrio: “Se produce una cercanía distinta. Los comuneros competimos en la misma comuna en la que vivimos. La gente cambia de actitud al enterarse de eso”.
Paula Resels compite por Proyecto Sur en la comuna 11 y tuvo una visión bastante más escéptica sobre la actitud de los vecinos: “Es cierto que cuando la gente se entera de qué se trata la comuna, su predisposición cambia. Pero la cuestión es que cuando estás volanteando se detiene uno cada tanto y sólo con ése se puede hablar”.
Las palabras de Resels dispararon dos interrogantes: 1) ¿Hasta qué punto los porteños saben sobre la existencia de las comunas? Y 2) ¿hasta qué punto les interesa participar? “El desconocimiento todavía es muy grande –sostuvo Castillo–. Hay mucha gente que ni siquiera tiene idea de qué se tratan las comunas y las confunden con los Cgps”. Castillo agregó que es importante difundir la capacidad de acción que tendrán. En cuanto a la visión sobre el desconocimiento ciudadano en relación a las comunas fue menos tajante: “Me parece que hay gente que sabe y otra que no”. Luego agregó que “como en cualquier cosa nueva tomará un tiempo para que la gente se acostumbre”.
La última frase de Roldán permitió un contrapunto con Resels. La comunera de Proyecto Sur dijo: “Es cierto que hace falta tiempo, pero también la voluntad política para difundir y el Gobierno de la Ciudad no la tiene”. Roldán –que es del PRO– le respondió: “Hay concejos consultivos que están funcionando hace más de un año para que los vecinos ejerciten”. Y Resels cantó vale cuatro: “Un par de esos preconcejos consultivos no reemplaza a la difusión masiva”.
Un párrafo para el lector que todavía no conozca del todo la diferencia entre los Cgps y las comunas: Los Cgps son sólo centros para trámites. Allí se puede desde pagar patentes hasta solicitar el certificado de convivencia. Las comunas (con la salvedad de que la ley aún no se reglamentó) se ocuparán del mantenimiento de las calles: iluminación, barrido, bacheo, limpieza. No tendrán bajo su área las avenidas, que quedarán para el gobierno central. Las comunas también se encargarán de la conservación de las plazas y espacios verdes de una extensión no mayor a una manzana. De los parques, que son más grandes, se encargará el gobierno municipal. Estas funciones no le impiden a la junta comunal tomar cualquier demanda sobre seguridad, salud o educación. La Ley 1777 les da atributos legislativos. Un proyecto de ley presentado por el jefe comunal tiene el mismo peso legal que el de un legislador porteño. Y, además, la junta puede proponer decretos ley para que el Ejecutivo simplemente los firme y comiencen a aplicarse.
El concejo. Otra pata fundamental son los concejos consultivos y su función. Se trata de grupos formados por los vecinos que se reunirán periódicamente con los siete miembros de la junta comunal. Allí plantearán las problemáticas del barrio y revisarán la evolución de las soluciones. Los concejos no tienen carácter vinculante, es decir, su voto no tiene peso legal. Pero sí un enorme peso político. La ley de comunas obliga a los miembros de la junta comunal a reunirse periódicamente con el concejo consultivo de cada comuna.
Dicho esto, se puede retomar una pregunta de las formuladas más arriba y quedó sin responder: ¿hasta qué punto los porteños tienen vocación de participar? La percepción de las candidatas comuneras fue disímil. Castillo dijo: “Durante la campaña hemos visto que cuando la población conoce lo que se puede hacer se entusiasma”. Resels remarcó que le resulta difícil evaluar el interés. Retomó su argumento sobre el nivel de difusión. “Me parece que todavía no se informó bien al ciudadano, casi no hubo programas de televisión con comuneros debatiendo. Además, el Gobierno porteño no hizo difusión. Es difícil, en ese marco, evaluar el interés”. Roldán tuvo una evaluación diferente. Le dio menos peso a la difusión masiva y más al “trabajo de hormiga”. “La primera tarea –dijo– será la presentación de la junta comunal. La gente del barrio tiene que saber quiénes somos.” La candidata del PRO agregó que “eso será un trabajo de hormiga y ayudará a que la gente sepa que existe un concejo consultivo del que puede participar”.
La junta. La junta comunal estará integrada por siete miembros de todas las fuerzas políticas que consigan como mínimo un 3 por ciento de los votos en la comuna. Para repartir los escaños se utilizará el mismo sistema que en la Legislatura porteña y el Congreso Nacional. Una vez que se forme la junta, el sistema de decisión será parecido al de una comisión de la Cámara de Diputados. Se impone la mayoría simple y el voto del jefe vale doble. Si la elección en la comuna es pareja entre distintas fuerzas políticas, la integración de la junta también lo será.
Las candidatas se refirieron a esta característica. Roldán señaló que “vamos a estar obligados a los consensos para poder funcionar”. Agregó que “es importante que lo hagamos bien porque vamos a sentar las bases de los futuros gobiernos comunales”. Hablando de consensos, Castillo coincidió con la candidata del PRO: “En las juntas comunales una fuerza tendrá la mayoría, pero tendrá que acordar con las otras. Se puede parecer al funcionamiento de una comisión parlamentaria, pero sólo en parte”. Y marcó una diferencia nada sutil: “La junta también tiene funciones ejecutivas”. A modo de cierre, Castillo, teniendo en cuenta aquello de “del dicho al hecho hay mucho trecho”, reflexionó: “Hablar y escribir sobre la democracia participativa es una cosa, construirla es bastante más complejo”.

Comunas de Buenos Aires
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Escrito por Aaron Attias   
Jueves 30 de Junio de 2011 11:57
Nota_de_Tapa_01_01El 10 de julio la Ciudad Autónoma de Buenos Aires elegirá a los miembros de las Juntas Comunales que gobernarán las quince comunas en las que se divide la Capital, siguiendo las disposiciones de la Ley 1777.
La democracia en Argentina recién ahora está comenzando a comprender el significado de la palabra continuidad. Durante todo el siglo XX la mayoría de los procesos democráticos fueron interrumpidos por golpes de Estado. En la década del 60 se desvalorizó la idea misma de la representación democrática, considerándola un sucedáneo de las posibilidades revolucionarias. Veinte años después la primavera alfonsinista promovió el despliegue de ilusiones; la democracia llegó para quedarse y progresivamente se van a resolver los problemas que nos preocupan. Pero con el sistema político no alcanzó, y las cosas no mejoraron sino todo lo contrario. Los problemas económicos se profundizaron, la política se vió reducida a la administración y su lenguaje fue ajustado a la medida de la tevé. Declinó lo que todavía nos quedaba de industria y menguó el sector agropecuario. La decadencia económica y cultural del neoliberalismo nos dejó con la boca abierta ante el incendio social del 2001. Entre este derrumbe y el comienzo de la etapa kirchnerista nace el proyecto de ley de Comunas que se aplicará en unos meses en la ciudad de Buenos Aires.

La comuna y su funcionamiento
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Cuando escuchamos la palabra "comuna" muchas cosas vienen a nuestra mente. Desde las comunas hippies en El Bolsón hasta los revolucionarios franceses a los que se les dio por el autogobierno en el siglo XIX. Si le preguntamos a la Real Academia –el cementerio, bromearía Cortázar- nos nombra varias acepciones: un conjunto de personas que viven en una comunidad económica al margen de la sociedad; una forma de organización social basada en la propiedad colectiva; un municipio. Es este último el sentido que hoy nos interesa.

El 10 de julio la Ciudad Autónoma de Buenos Aires elegirá a los miembros de las Juntas Comunales que gobernarán las quince comunas en las que se divide la Capital, siguiendo las disposiciones de la ley 1777. Dichas unidades reemplazarán en sus funciones a los actuales Centros de Gestión y Participación Comunales (GCP) y utilizarán sus edificios.
Nota_de_Tapa_01_C01¿Qué son las comunas? Son unidades de gestión política y administrativa con presupuesto propio y capacidad de decisión en lo que respecta al mantenimiento urbano. Son capacidades exclusivas de las comunas la ejecución, planificación y control del mantenimiento urbano, tanto de las vías como de los espacios verdes, la presentación de proyectos al Poder Ejecutivo y toda acción que contribuya al mejoramiento de la calidad de vida de sus habitantes y el desarrollo local. Es decir que decidirán sobre las calles, veredas, iluminación, plazas, trámites y actividades que se encuentren en su jurisdicción. Las capacidades concurrentes tienen que ver con el control de la gestión central en lo referente a obras públicas y a la coordinación entre el Poder Ejecutivo de la Ciudad y las comunas. Para llevar adelante todas estas actividades, tendrán un presupuesto cuyo monto anual será equivalente al 5% del presupuesto total de la ciudad, lo que en este momento es alrededor de 1200 millones de pesos entre las quince unidades.
Las comunas constarán de dos órganos, siendo el principal la Junta Comunal. Compuesta por siete miembros, uno de los cuales ejerce la presidencia, elegidos mediante el voto directo de los vecinos, estará encargada de dirigir las acciones de la comuna. Ella es la encargada de ejecutar el presupuesto y administrar el patrimonio, atender a la prestación de servicios y ejercer el poder de policía, promover la participación de los vecinos y convocar a audiencias públicas y consulta popular.
Funcionará como un cuerpo colegiado, si bien en un momento se pensó en la posibilidad de incluir a las vecinales para presentar candidatos, el proyecto final establece que los miembros sean propuestos por los partidos políticos y deberán tener representación no menos de tres fuerzas. Los miembros durarán en sus funciones cuatro años pudiendo ser reelectos con un período de descanso; por su parte, el cargo de presidente se ocupará mediante un reparto proporcional de votos. Los integrantes percibirán un salario equivalente al 60% de la dieta de los legisladores porteños y el presidente un 10% más.
Nota_de_Tapa_01_07El segundo órgano que compone las comunas y complementa en sus funciones a las Junta Comunal, es el Consejo Consultivo Vecinal. Sus miembros no perciben remuneración y, a diferencia de las juntas, no está monopolizado por los partidos sino que también estará integrado por entidades vecinales y toda organización con intereses en el ámbito territorial de la comuna. Tiene por efecto todo lo referente a la evaluación, el control y el asesoramiento de la Junta Comunal; es decir que funciona como un contrapoder. El Consejo participará en la elaboración del programa de acción y el anteproyecto de presupuesto, presentará iniciativas de consideración obligatoria y promoverá la comunicación al interior de su jurisdicción.

El Mapa
La Ciudad Autónoma de Buenos Aires con casi 3 millones de habitantes es el área más densamente poblada del país. Cuenta con 48 barrios muy distintos entres sí desde cualquier punto de comparación. Dicha multiplicidad es uno de los motivos por los que es tan atractiva, pero presenta dificultades a la hora de gobernar.
El artículo 127 de la Constitución de la Ciudad establece que la delimitación comunal debe tender al equilibrio demográfico pero a la vez considerar aspectos urbanísticos, sociales y culturales. Es razonable pensar que la distribución geográfica de la ciudad tiende a una relativa homogeneidad por zona, pero no siempre es lo que sucede. Así, la comuna 5 incluye a Boedo y Almagro, barrios que comparten una historia cultural y tienen similares niveles socioeconómicos. Algo similar ocurre en la comuna 13, que concentra a Belgrano, Núñez y Colegiales. Pero también hay casos en que no se observa dicha armonía, como la comuna 1, que agrupa a Puerto Madero y Constitución, a Retiro con San Telmo.
Nota_de_Tapa_01_08Es comprensible que no todas las comunas sean homogéneas entre sí, pero considerando que la Junta Comunal y el Consejo Consultivo deberán establecer prioridades a la hora de decidir el modo de gestionar sus recursos, es de esperarse que lograr consenso será, en estos casos, una tarea ardua. Al tener barrios de condiciones sociales y necesidades tan diferentes, existe el peligro de que se dé una situación de anomia.

Historia y conflictos
La división en comunas como entidades de gobierno y administrativas no es completamente novedosa. De hecho Barcelona y Montevideo –entre otras- han adoptado un procedimiento similar en los últimos años y con muy buenos resultados.
Desde que Buenos Aires sancionó su constitución autónoma en 1996, se encuentra dividida en quince comunas. De 1998 en adelante muchos proyectos se han presentado para efectivizar esta división pero por diversos motivos no han progresado. Aunque el plazo para llevarlas a cabo venció en 2001, fue tres años después que el Partido Socialista presentó el proyecto que terminó en la sanción de la ley 1777. En unas semanas, a partir del gran trabajo realizado por el movimiento comunero y varios amparos judiciales presentados por los vecinos, los porteños irán a las urnas a elegir a sus representantes.
De acuerdo al autor de la ley, el diputado Roy Cortina, han participado en su elaboración 700 organizaciones y 8.000 vecinos, y muchas de sus propuestas han pasado a ser parte del texto.
El camino de esta ley está lleno de desencuentros. Desde el PRO argumentan que se ha avanzado en la gestión al impulsar los CGP, que facilitan la organización de trámites y acercan el municipio a los barrios. Desde la oposición critican que se obturó la actualización el padrón electoral ya que temen perder control del presupuesto. Dicen también que la visión empresarial centralizadora es enemiga del espíritu de la ley, a la cual se le hicieron 120 enmiendas antes que se aprobara.
Nota_de_Tapa_01_C02El grado de desinformación en la ciudadanía es algo que no se puede dejar de mencionar. Una medida tan relevante para la representación democrática debería estar acompañada de un debate abierto y una importante campaña de difusión. La elección no solo se dará en medio del desconocimiento, sino que además estará ligada a la elección de Jefe de Gobierno. Esto, además de restarle importancia, las ata a los vaivenes de la política nacional.

Descentralización y representación
Resulta paradójico que las ideas de descentralización hayan nacido en nuestro país en pleno liberalismo, modelo en el que la falta de transparencia y participación ciudadana en las políticas de gobierno es la regla.
La descentralización nace de la idea de que las subunidades tienen más y mejor información acerca del entorno en el que actúan que los órganos superiores de los que dependen. Así, conduce a mejorar la capacidad de respuesta a las necesidades locales, incrementando la eficiencia de los órganos de gobierno y volviendo más transparente el proceso de toma de decisiones. Lo que se busca es mejorar e incrementar el nexo entre el Estado y la Sociedad Civil, y por lo tanto dotar de legitimidad y volver más eficientes las decisiones político-administrativas. Se pretende compatibilizar las demandas de los vecinos con la oferta realizada desde el gasto público. Estos son elementos que hacen a la calidad de un gobierno y también a la disposición democrática de un Estado.
Uno de los efectos más importantes de la descentralización es la ampliación de la ciudadanía, en tanto y en cuanto demanda de los electores que se involucren con las problemáticas concretas de su barrio. El gobierno comunal conserva algo del espíritu asambleísta que tuvo su furor en los años siguientes del estallido de 2001, dado que acerca a los vecinos en torno a problemáticas compartidas, teje lazos nuevos en la comunidad y fortalece la construcción de identidades territoriales desde la participación. Las comunas aspiran a reducir la distancia entre representantes y representados, a llevar al Estado –máquina eterna e impersonal- a un nivel local, poblándolo de actores nuevos que bajo circunstancias normales no tienen acceso al mismo.
Para los que creemos que los titulares de poder en última instancia son los ciudadanos, y sostenemos que no pueden ser más que ellos quienes tomen las decisiones que más los benefician y por lo tanto las que mejor se corresponden con sus intereses, celebramos el comienzo de esta nueva etapa.

A modo de cierre
Nota_de_Tapa_01_C03
Como diría Borges, no hay novedad sin riesgo. Las transformaciones en la Capital -una ciudad en la que hay una calle nombrada tras un perro, la calle Chonino, pero ninguna que se refiera a Rosas- son particularmente delicadas, ya que es el mayor centro de concentración de poder de nuestro país.
Todos los aspectos positivos que hemos señalado acerca de las comunas son posibilidades, no reacciones automáticas producidas por una mera reforma en la administración. Esas posibilidades deben estar, a su vez, acompañadas de cambios estructurales profundos, sobre todo en países como el nuestro en los que la pobreza es un mal que persiste y que genera una creciente exclusión. Las promesas de ciudadanía pierden soporte ante la retirada del Estado como garante de derechos. El proyecto de comunas puede ser complicado por la situación que se vive en las 21 villas de emergencia que hay en la ciudad.
En tiempos donde se intentan correr los pesados velos que invisibilizan el llamado "poder real" y hay un progresivo aumento de la participación -sobre todo, pero no exclusivamente, en la juventud de las áreas urbanas-, toda reforma que ayude a transitar el camino que va de una democracia meramente formal a una democracia sustancial, será bienvenido. Toda medida que fomente la participación, que colabore a revertir la tendencia que convierte a los ciudadanos en consumidores, que nos ayude a recordar que la democracia es una práctica y no una esencia, nos parece un buen comienzo.
FUENTE:  http://www.revista-aom.org/index.php?option=com_content&view=article&id=984:comunas-de-buenos-aires&catid=52:info-general&Itemid=71

COMUNEROS E INDIGNADOS
Por Carlos Wilkinson 
Movimiento Comunero
El terremoto de los pueblos
Hace un par de años una revolución silenciosa y silenciada recorría la pequeña población islandesa. Los cerca de 300.000 habitantes de la isla se rebelaron, tomaron las calles cacerola en mano, hicieron caer el gobierno, nacionalizaron los bancos, desconocieron la deuda externa y se pusieron a la tarea de redefinir la constitución del Estado Islandés. Hace unos meses atrás el temblor sacudió los países árabes y hoy agita Grecia y se instala en España, donde adquiere el nombre de "los indignados" bajo el lema "Democracia Real Ya".
¿Contra qué se rebelan estos pueblos de latitudes, fisonomías y características tan distintas? Consignas tales como "No somos antisistema, el sistema es anti-nosotros", "Esto no es una cuestión de izquierda contra derechas, es de los de abajo contra los de arriba", "Políticos: somos vuestros jefes" o "Cuando los de abajo se mueven, los de arriba se tambalean", nos dan una idea de por donde van los tiros.
Un poco más elaborado el Juez Baltasar Garzón interpreta que "los indignadanos – como él los llama – son, no los que persiguen o golpean a los políticos, sino los que exigen cuentas y explicaciones a los mismos …. porque no están de acuerdo… con el modo de gestionar la cosa pública, con el modo de hacer política, con el cinismo de los que nos dirigen". Y concluye "Hoy más que nunca ha quedado evidenciado que la participación ciudadana, la democracia real, no puede ni debe circunscribirse a la mera consulta electoral cada cuatro años. Todos debemos asumir que el mundo ha cambiado, que el siglo XXI ha revolucionado para siempre los viejos mecanismos de participación política" … "otorgando una nueva dimensión a la fuerza política de los movimientos reales que no se puede obviar con el mantenimiento de mecanismos burocráticos de interposición que dificulten la relación bidireccional entre los ciudadanos y sus representantes". 
Las similitudes entre este espíritu de rebeldía y el que recorrió nuestro país el 19 y 20 de Diciembre del 2001, son tan evidentes que no requieren de mayor explicación ni aclaraciones. Sin lugar a dudas esto que hoy pasa en varios lugares del mundo lo vivimos antes los argentinos; y, a partir de allí, empezamos a caminar por una senda distinta. Una senda muy clara en algunos aspectos, muy oscura en otros, pero fundada en un punto de partida diferente al de 1983 en lo que se refiere a la conciencia colectiva sobre la democracia que demandamos.
Porque el corralito y el torpe llamado al estado de sitio del entonces Presidente, fueron los hechos que dispararon la repulsa a toda la dirigencia política. Pero fue una repulsa que venía configurándose y creciendo en los invisibles meandros del estado de ánimo colectivo desde que pudimos recobrar la "democracia representativa"; al constatar su independencia de las necesidades y aspiraciones populares y su dependencia de los poderes concentrados. Pero también – a un nivel más profundo – fue la expresión de un país con una cultura bicentenaria de enfrentamientos entre una elite sorprendentemente dañina para con su pueblo y un pueblo sorprendentemente resistente, creativo y superador de esos daños. Quizás por esa particular combinación de características coyunturales y ancestrales fuimos nosotros, los argentinos, los que percibimos, reaccionamos y señalamos un camino nuevo, con diez años de anticipación al resto del mundo.
Y después de las explosiones qué?
El camino inaugurado por nuestro país apenas comenzó el siglo XXI tiene que ver con el propósito de transformar el sistema político; un sistema que sostiene y protege el hecho de que unos pocos poderes concentrados toman las decisiones y controlan las acciones públicas, a costa del resto, que las padecemos.
Ciertamente el trayecto iniciado es largo, tortuoso, lleno de idas y venidas; como suelen ser todos los cambios sociales profundos. De hecho si uno registra que el rechazo de plano islandés al pago de su deuda externa, hoy se está renegociando, o que la asamblea popular constituyente está trabada, puede darse una idea de los grandes obstáculos que tiene este camino.
Asimismo, si observamos algunos de los reclamos concretos que hacen hoy los indignados, tales como "eliminar la pensión vitalicia de todos los diputados, y senadores"; "revisar los sueldos de estos alcaldes que se ponen los sueldos que les da la gana"; "cambiar las leyes, y además de cárcel para los ladrones, obligar a que todo el dinero que han robado los políticos y demás "adjuntos" vuelva a las arcas de donde han sido robado"; "eliminar los coches oficiales"; "anular todas las tarjetas de crédito oficiales (que cada uno pague con la propia)", etc., se puede notar que esta repulsa a la democracia falsificada, está todavía en pañales. Y tienen valor más como afirmación de una nueva orientación sobre lo que debe ser una democracia real, que propuestas concretas de transformación para encaminarnos a construir una democracia distinta. Del mismo modo que aquel famoso "que se vayan todos" de Diciembre del 2001, tan difundido, estudiado y hasta tenido en cuenta como modelo de rebelión, por analistas de todo el mundo. Sin embargo algunos pasos dimos los argentinos desde aquel momento hasta la fecha, avanzando en transformaciones concretas.

Las Comunas de Buenos Aires

De hecho, la modificación de la conciencia colectiva sobre la democracia deseada, tuvo un efecto poderoso sobre el cambio del modelo económico seguido en el país a partir del 2003. La importancia asignada a la creación de trabajo, a incrementar el mercado interno y la actividad industrial, a replantear la relación con los organismos financieros internacionales y varias cosas más, difícilmente se hubieran realizado sin ese marco colectivo de repulsión a la política y los políticos. Dicho esto sin quitarle mérito alguno a quienes encararon estos cambios.
Pero más allá de los cambios visibles y macrosociales, el mencionado cambio de conciencia también se tradujo en múltiples avances pequeños y costosos, pero de gran potencial transformador. Uno de ellos es el de las Comunas de Buenos Aires.
Cualquiera que haya seguido de cerca la implantación de esta novedosa institución política, sabe que la misma fue impulsada, configurada y sostenida hasta su concreción por un conjunto de vecinos porteños. Un movimiento ciudadano claramente conciente de la importancia que la democracia participativa tiene para el futuro del país. Y sabe también que el poderoso andamiaje político establecido en la ciudad, mostró su impotencia para evitar que las Comunas se concretaran, como era su voluntad manifiesta o encubierta.
El hecho de que la ley de Comunas haya sido la primera y única ley de la ciudad elaborada participativamente mediante reuniones de consulta en todos los barrios y el posterior tratamiento legislativo y vecinal de cada artículo de la misma, es un hecho histórico paradigmático. Demuestra que es posible concretar una nueva forma de hacer política; en este caso, de legislar.
Sin embargo, más allá de recrear la historia de esta lucha, es importante destacar la original combinación institucional que esta nueva unidad política establece entre la democracia representativa y la democracia participativa. Una Junta Comunal colegiada, electiva y multipartidaria que deberá acordar con un Consejo Comunal en el cual todos los vecinos y sus organizaciones tienen derecho a participar, pone de manifiesto esta originalidad.
El que las Comunas institucionalicen un Organismo Público de Participación Popular encargado de elaborar el plan de acción y presupuesto anual de la Comuna y de controlar su cumplimiento, es un paso trascendental en la transformación del Estado y de la forma de gobernar y hacer política.
Queda ahora en manos de la voluntad participativa de los vecinos y de la capacidad de algunos políticos para apoyar este cambio, asegurar el inmenso potencial de cambio en la forma de hacer política que tienen las Comunas. Si así lo hacemos, estaremos aportando lo nuestro a la transformación sustancial de la política que los pueblos del mundo están reclamando en la hora actual. Lo que no es poca cosa.